Imaginen una historia que te toma de las solapas y te agita el alma, transportándote en un instante a lugares lejanos, explorando los rincones secretos y los sabores intrincados de la tierra de la cerveza. No hace mucho, en la región flamenca de Bélgica, nos embarcamos en un viaje que despertó nuestros sentidos y nos llevó a un reino donde la cerveza es el idioma universal y la camaradería, la divisa de intercambio.

Nuestro capitán en esta travesía, el carismático Stijn Van Houdt, nos guió con una mezcla de habilidad y entusiasmo a través de tres días que se convirtieron en un torbellino de experiencias. Un grupo heterogéneo, unido por el amor a la cerveza, se aventuró a mi lado en esta odisea. Eduardo Villegas de México, Andy Crouch de los Estados Unidos, Stephen Beaumont de Canadá, Jay Brooks también de los Estados Unidos y Lucy Corne desde Sudáfrica. Una tripulación diversa y apasionada, dispuesta a explorar los misterios y delicias que Bélgica tenía para ofrecer.

Nuestro peregrinaje comenzó en Wilderen, una destilería que parecía sacada de las páginas de una historia industrial olvidada. Aquí, bajo el brillo titilante del sol, nos sumergimos en cervezas y bebidas espirituosas mientras la historia susurraba en cada rincón. Luego, en "Garage Days", el chef cervecero belga Hilaire Spreuwers nos cautivó con su talento culinario, creando platos que danzaban al ritmo de las notas de la cerveza, una sinfonía de sabores y texturas que nos dejó asombrados.

La apoteosis llegó en Bokkereyder, donde el maestro cervecero Raf Souvereyns nos condujo a un reino de alquimia y paciencia. Sus lambics envejecidas en barricas de roble eran como el néctar de los dioses, mientras que las frutas infundían su esencia en cada gota. Fue una experiencia que despertó nuestros sentidos y nos sumergió en el corazón mismo de la creación cervecera.

Nuestro viaje nos llevó a través del tiempo y el espacio, desde la destilación ancestral de jenever hasta la mesa del chef Tom Bollen en Taratata, donde los ingredientes frescos y de temporada cobraban vida en una danza culinaria. Pero uno de los momentos culminantes de esta aventura fue llegar a Antidoot Wilde Fermenten, donde los hermanos Tom y Wim Jacobs nos llevaron a un mundo donde la fermentación natural es la protagonista, donde cada levadura y bacteria cuentan una historia única en cada sorbo.

La Heilig Hart Brewery, una cervecería surgida en las entrañas de una antigua iglesia, nos dejó sin aliento. Aquí, la tradición y la autenticidad se fundían en cada cerveza, creando un vínculo con el pasado que podíamos saborear en cada trago.

Nuestra peregrinación culminó en Brouwerij ‘t Verzet y Alvinne Brewery, donde los sabores ácidos y frutales nos transportaron a una dimensión sensorial desconocida. Y en Restaurant Maste, las culturas belga y nórdica se fundieron en una sinfonía gastronómica que no solo llenaba el estómago, sino también el corazón.

Pero esto, queridos amigos, es solo el comienzo. Pronto les llevaré a las profundidades ocultas de De Brouwerij van het Pajottenland, De Cort Belgian Farm Distillery, Oud Beersel Blendery y Kestemont Brewery, donde los secretos esperan ser desvelados. En los próximos capítulos, compartiré con ustedes las historias detrás de cada visita, las risas compartidas y los momentos que quedaron grabados en nuestras almas. ¡Prepárense para un viaje lleno de emociones y sabores que harán vibrar sus corazones y deleitarán sus paladares! Manténganse alerta para más detalles y anécdotas que estoy ansioso por compartir.