En muchas ocasiones quienes somos afectos a las bebidas alcohólicas, solemos hacer apología y/o bromear sobre la embriaguez, incluso algunos abiertamente la promueven, o bien les encanta exponer sus borracheras en las redes sociales.
Naturalmente, que cada quien es libre de hacer con su vida un “cucurucho”, pero si merece la pena detenerse un poco y reflexionar, sobre lo que la ingesta elevada de alcohol le causa a nuestro organismo. Esta consideración cobra especial importancia y énfasis para todos aquellos que nos desenvolvemos en la industria de bebidas, ya que estamos muy expuestos a cruzar esa delgada línea que separa el trabajo y el placer, con la embriaguez.
De todos es bien sabido que la ingesta moderada de alcohol es benéfica para la salud, los beneficios de las bebidas alcohólicas son ampliamente conocidos, ya que no solo se trata del etanol y otros alcoholes, que pueden ofrecer beneficios que van desde ayudar a la correcta digestión, pasando por la regulación cardiaca, hasta la depresión del sistema nervioso central, brindándonos relajación y hasta desinhibición. De igual manera, existen otros componentes, que, de acuerdo al tipo de bebida, pueden ayudar a la salud, como el CO2, las proteínas, los elementos traza, los antioxidantes, azucares simples, y una larga lista de elementos y beneficios.
Sin embargo, incurrir en excesos puede traer como consecuencia (obvia), un crónico caso de alcoholismo, el cual no solo afecta y destruye a la víctima, sino también a su familia y demás entorno; en muchos casos incluso conduciéndolo a la muerte. De igual manera se pueden generar otros graves problemas como alteraciones en la presión arterial, problemas neuronales que afectan los estados de ánimo, daños a órganos vitales como el páncreas, el hígado, los riñones, el colón o el estómago, por citar algunos. El consumo excesivo también puede ocasionar problemas en articulaciones, la piel, los folículos capilares, etc.
¿Cuánto es excesivo?, es una pregunta relativamente sencilla, en primer lugar, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de conocer su cuerpo y sus reacciones, naturalmente estar en algún grado de embriaguez diario, ya es un foco de alerta; de igual manera si lo estamos 3 o 4 veces a la semana, y ni siquiera se trata de estar totalmente ebrio. Claro que las cantidades para alcanzar esos estados depende mucho de cada persona y de lo que ingiere, entre otras cosas.
No hay duda que beber mejor, nos orilla a beber menos; un buen par de copas diarias, no tendría mayor problema, de hecho, muchos nutriólogos y médicos lo han recomendado (claro, esto no debe ser considerado como una ingesta obligatoria). Disfrutemos pues, de la bebida que más nos gusta, pero siempre dentro de márgenes sanos.