Las cartas de bebidas en bares y restoranes son básicamente las mismas. Esto se debe a que la mayoría de las marcas (destilados, vinos y cervezas) pertenecen a los mismos grupos o las distribuyen las mismas empresas, y son éstos, a través de dinero y auspicios, los que arman los menús y, de alguna manera, restringen y dirigen las propuestas gastronómicas.
En el caso de la cerveza este escenario es más dramático. Hace unos diez años todos los bares tenían productos de CCU, ya que la mayoría de las marcas pertenecían a esta empresa, y representaba cerca de un 90% de las ventas de cerveza. Actualmente, aunque hay que reconocer que la situación ha mejorado, son apenas un par de actores los que se reparten casi toda las cartas y refrigeradores en los locales nacionales. Pese a que CCU sigue controlando el mercado nacional con un 70% aproximadamente, su presencia ha ido disminuyendo en bares y restoranes y son otras marcas, como Stella Artois o Corona, las que están apoderándose de la oferta.
¿Por qué pasa esto? Estas dos marcas y otras grandes internacionales forman parte del catálogo de Cervecerías Chile, que a su vez es propiedad de Ab InBev, el grupo cervecero más grande del mundo y que en apenas seis años se ha hecho del 30 % del mercado nacional. Además, Cervecería Chile maneja su distribución con DESA, que controla dentro de su portafolio de destilados a las marcas más conocidas, por lo que es difícil que un bar pueda decirle que no a esta alianza debido a que no sólo asegura la presencia de ciertas etiquetas prestigiosas, sino que además vienen asociados a una fuerte propuesta económica.
La unión con estos grandes distribuidores, que aseguran productos reconocidos y dinero constante, es atractiva para cualquier negocio, pero sin duda que disminuye la capacidad de elección y deja fuera del mercado a los actores pequeños. Es por esta razón que a las cervecerías artesanales o marcas pequeñas de otros productos les cuesta entrar a las barras y les es imposible competir en el mercado de la distribución, ya que por recursos económicos quedan afuera de esta competencia. Es por estos motivos que debemos preocuparnos de conocer lo que consumimos y a quién pertenecen las marcas. Obviamente, y es importante aclararlo, no debemos hacerlo porque los productos sean deficientes; o porque la empresa es mala; o porque odiamos las grandes empresas o multinacionales, sino, porque día a día con estas políticas nos quitan la capacidad de elección y reducen las opciones a que existan otros actores en el mercado.
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